2006/11/22

Enamorarse de la ciencia

Recientemente, ha estado en España Gerald Holton, profesor de física e historiador de la ciencia en Harvard, un verdadero especialista en Einstein, hasta tal punto que fue la persona elegida por la familia del científico para clasificar toda su documentación, después de su muerte. En la entrada de 18/6/06 , Ciencia/tecnología e imaginación, resumí una entrevista suya a la revista Mètode de la Universidad de Valencia.


En su última visita ha concedido una entrevista al periódico el El País. Le preguntaron, cuál es la característica esencial de un científico y Holton respondió: "Tal vez mis colegas sonrían, pero creo que igual que algunas personas están enamoradas del dinero y otras se enamoran del arte -ayer estuve en uno de sus maravillosos museos: el Prado, y es extraordinario-, los científicos están enamorados de la química o de la física o de las matemáticas... El científico se enamora muy joven y deja todo de lado por ese amor. Stephen Jay Gould decía que la ciencia significa que al final del día, en el laboratorio, sabes que el 99% del tiempo de trabajo ha sido tiempo perdido, y encima todavía tienes que limpiar las jaulas de los ratones. La ciencia es una actividad que exige muchísima dedicación y tiempo".

En el periódico, el titular de la entrevista decía :” Los científicos están enamorados de la química, de la física o de las matemáticas...”. Poco después, cuando he comprado el último y monumental libro de Roger Penrose “ El camino a la realidad ”, una guía completa de las leyes del universo, me ha llamado, poderosamente la atención la dedicatoria del mismo a su querido profesor Dennis Sciama (también profesor de Stephen Hawking) : ”A Dennis Sciama, que me mostró la emoción de la física”.


Hace muy poco, he vuelto a releer el formidable ensayo de Isaac Asimov “ El electrón es zurdo”. Al comienzo del mismo dice, entre broma y serio:”Por un lado, mi objeto y mi pasión, aun en mis novelas, es explicar. En parte es por instinto misionero por lo que anhelo conseguir que mis lectores vean y entiendan el Universo, como yo lo veo y entiendo, para que puedan gozarlo como yo.”

Amor, emoción, gozo por la ciencia.

Y en muchas ocasiones hace falta verdadero amor. Por ejemplo, para seguir en España en el puesto de científico becario hasta los 40 años, después de grandes esfuerzos y una gran y costosa preparación. Recientemente, Francisco Tomás, rector de la Universidad de Valencia hacía unos comentarios interesantes, a la revista Mètode de la Universidad ( número 50 ), sobre el estado actual de la ciencia:” En estos momentos hay una regresión a escala mundial del interés de los jóvenes por cursar carreras científicas, es un hecho muy inquietante”... “ Existe una intensa dedicación de los investigadores en producir conocimiento, pero esta producción ha dejado muy al margen la necesidad de difundirlo en la sociedad: el hecho de realizar una investigación competitiva, publicando en revistas de alta exigencia, ha dejado paradójicamente un poco de lado la divulgación de nuestro trabajo. Se ha producido un desfase, hay muy pocos comunicadores de la ciencia y también hay muy pocos científicos que tengan ese interés por la difusión...”

Y eso, la divulgación, es esencial para crear el tejido social necesario para que exista una “cantera” de futuros científicos. Sólo se consigue esa “cantera” transmitiendo la emoción por la ciencia, como decía Roger Penrose, y desde luego, creando las condiciones dignas para ejercerla. Hacen falta las dos cosas.

9 comentarios:

  1. Este señor tiene razón, yo estoy enamorado de las matemáticas como matemático. Aunque esté trabajando como informático mi mente no deja de pensar en las matemáticas y en cómo volver a ellas lo más pronto posible, y si no estoy pensando en ponerme a estudiar otras cosas nuevas o leer artículos o lo que sea. Parece risas pero tiene razón.

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  2. Los que se dedican a las humanidades pueden decir que su verdadero amor es la literatura, la poesía, las artes... Nosotros, parece que no podemos decir lo mismo, aunque realmente es lo mismo.

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  3. Anónimo8:06 p. m.

    Pues como físico yo también estoy enamorado de la física, las matemáticas, la química ... pero reconozco que a veces le soy infiel y caigo en los brazos de la literatura, la música o el cine. Aaaahhh .. la carne es débil, pero el cerebro lo es aún más. ;)

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  4. A mi me ocurre lo mismo, pero no me siento como si la traicionara.

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  5. Es indudable que la ciencia es una pasión de la que no se puede escapar una vez la conoces, sin embargo aveces siento que ni la vida ni el tiempo me van a alcanzar para disfrutar de todas sus mieles, cada vez descubro que hay más y más, parece ser un sistema de retroalimentación positiva.... sin fin. cosa que la hace más llamativa ..

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  6. Mi formación académica es científica y sin embargo, también le dedico tiempo y esfuerzos (muchos) a la literatura. De poco o nada sirve que el pensamiento científico sea adecuado, o la poesía muy buena, si no llega a la gente de la calle.

    La bella teoría me parece un blog maravilloso porque divulga ambas, en una perfecta simbiosis.

    En Barcelona, por ejemplo, el físico y divulgador J. Wagesnberg ha creado el Museo de la Ciencia, ha publicado libros, participado en programas de TV... y eso le ha dado a la ciudad un renovado interés por la ciencia.

    Un saludo

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  7. Creo que tienes mucha razón, y no solo en el caso de las ciencias duras, el hombre debe de amar lo que hace, pero creo que aun más que el amor y el gusto, debe, su actividad, constituir una necesidad, tal como respirar, como comer, debe ser la vida misma. Para mi el estudio de las ciencias sociales y la literatura me son esenciales, pero también he intentado inmiscuirme en el mundo de las ciencias duras, obviamente con las limitaciones que mi formación me provee.

    Saludos

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  8. Anónimo3:17 a. m.

    hola no sabia q tambien te gustaba ler a issac asimov ya somos dos q bueno sus libros son muy buenos

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  9. Desde luego que me gusta leer a Asimov. Es impresionante la capacidad de esta persona. Un saludo Gina.

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