2006/01/10

Causas remotas

Ximo, Vicent y yo somos tres amigos que nos gusta reirnos de nosotros mismos.Como parte de la broma nos llamamos " Los Teóricos". Hace un tiempo empezamos a hablar de lo que llamábamos "la teoría de la mosca", una especie de "efecto mariposa" de andar por casa.
En plan algo más serio, esta teoría vendría a diluir la propia causa/efecto:


-- Voy a hacer una afirmación sorprendente que, a continuación, trataré de demostrar: nuestra vida viene influida por personas y hechos que, en la mayoría de las veces, nos son desconocidos. Estas personas, si pasan alguna vez junto a nosotros, son completos extraños pero en alguna ocasión han cambiado el rumbo de nuestra existencia, con acciones puramente fortuitas, sin ninguna intencionalidad, y han seguido su camino sin ser conscientes de los hechos que han desencadenado. Ellos, a su vez, no son menos sensibles al curioso entramado de mutua influencia que nos rodea, también tienen su legión de extraños capaces de alterar su destino.

Comenzaré la demostración con un ejemplo, sobre el que trataremos de generalizar. Supongamos que estoy paseando por mi ciudad. Voy distraído, pensando en mis cosas, y, de repente, los feroces ladridos de un perro me sacan de mi abstracción de forma violenta. Doy un traspié, y caigo a la calzada, con tan mala suerte que me atropella un automóvil. Existe una, llamémosle, primera causa de que me atropelle el coche: los ladridos del perro. Pero, ¿cuáles eran, a su vez, las causas de que el perro estuviera allí y ladrara? Ahí empiezan las, que se podrían llamar, causas remotas. Tal vez el dueño lo bajó por sugerencia de su señora que no tenía otra intención que hablar, tranquilamente por teléfono, con una amiga que en la peluquería, en la que se encontraron el sábado pasado, no pudo contarle el último chisme.

Observaremos que a cada paso que damos hacia atrás, en la cadena de sucesos, encontramos más y más causas remotas. Y cuanto más remota es la causa, obviamente, menos tiene que ver ni conmigo ni con el perro, ni con nada de lo que me acontece. Siguiendo para atrás la cadena nos podemos encontrar con cualquier hecho y con cualquier persona, animal o cosa. Tanto es así que, en nuestro caso, el hecho de que dos desconocidas, para mí, se encontraran, un sábado cualquiera, en cualquier peluquería de señoras puede cambiar mi vida. Así de sorprendente es nuestra existencia.

La forma en que nos remontamos en la cadena de sucesos tiene mucho que ver con nuestra propia limitación de espacio y de tiempo. Tiene mucho, también de subjetivo, pues todas las causa no son vistas de la misma manera, ni desde el mismo lugar, ni al mismo tiempo. Hay causas invisibles para unos que, a su vez, son visibles incluso en primer plano, para otros. La forma en que se encadenan también puede dar lugar a interpretaciones diferentes de una misma realidad. Para el dueño del perro su cadena de causas remotas se van remontando a una serie de hechos de su conocimiento, pero para mí las conclusiones causales de mi desgracia son totalmente diferentes. Mi primera causa, no ajena, es la distracción con la que caminaba y los motivos de la misma encadenan mis causas remotas.

La realidad es muy compleja, tanto a nivel sensitivo como a nivel de hechos. Nuestro cerebro está dotado de una serie de procedimientos que nos permiten comprender nuestro entorno, sacar lo más útil para nuestra existencia con un mínimo de medios. De la misma forma que no necesitamos ver la luz de todo el espectro ni oír todas las frecuencias posibles, a nivel de conocimiento del medio humano, en el que nos desenvolvemos, la realidad es mucho más rica en acontecimientos de lo que conocemos, pero necesitamos simplificar para no volvernos locos, o aumentar nuestras capacidades de forma poco práctica. La Naturaleza, de hecho, nos ha dotado con los medios más que suficientes para sobrevivir. Somos capaces de percibir la realidad necesaria, pero debemos ser conscientes de que sólo conocemos nuestra realidad, y ésta es muy limitada.

Las causas remotas nos sumergen en un extraño mundo, totalmente conexo e interdependiente, que sin embargo no es más que el mundo cotidiano que cada día nos envuelve.
Publicado en El País digital el 28/7/98, y en El País de la comunidad Valenciana el 11/02/97.

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