La información, el azar y el número Pi
La información se nos presenta como una entidad fundamental, no sólo a nivel de la estructura física de la materia (entropía) sino de la propia estructura de los números trascendentes, tales como Pi , y también del resto de los números irracionales,
que constan de infinitos decimales dispuestos de forma aleatoria, como
por ejemplo la raíz cuadrada de 2. El azar que encontramos en infinidad
de procesos naturales, o en los números, es extraordinariamente difícil
de simular de forma artificial, lleva asociado un nivel de información
neutro (cero información añadida), que en cierta forma es una
restricción poderosa y de gran calado.
El
número Pi es, junto con el número e, uno de los números llamados
trascendentes más famoso. Es la relación entre la longitud de la
circunferencia y su diámetro, y aparece en infinidad de expresiones
matemáticas o físicas. Desde la antiguedad, muchas veces por cuestiones
prácticas, se ha tratado de calcular el mayor número de decimales para
conseguir más precisión en las medidas (en la figura,
Arquímedes de Siracusa - 250 a.C - lo calculó con la aproximación:
entre 3+10/71 y 3+1/7). Casi a semejanza de los alquimistas que trataban
de conseguir la piedra filosofal, los geómetras de todos los tiempos
han tratado de hallar la cuadratura del círculo.
Actualmente gracias a la potencia de cálculo de nuestros ordenadores se
han conseguido millones de sus decimales. Teóricamente tiene infinitos
decimales y deben estar situados de forma completamente aleatoria, de
manera que al cabo de miles de millones de trillones de decimales que
busquemos podremos encontrar cualquier combinación, que convenientemente codificada podría contener: El Quijote, Romeo y Julieta, la Biblia o este propio escrito.
Existen varias páginas que encuentran cualquier combinación de números
entre las cifras de Pi, y nos dicen a partir de qué decimal se puede
encontrar. Al reflexionar sobre ello, pensé que se podría codificar, de
forma ventajosa, cualquier información sobre esta base y me puse manos a
la obra. Busqué la posición de una codificación al azar, el número 11, y
la encontré a partir del decimal 94. El número 111 a partir del decimal
153 y así hasta el 11111111 que se encuentra a partir de la posición
159 090 113, en la ristra de decimales del número Pi. Pronto me di
cuenta de que no significaba ninguna simplificación pues para dar la
posición dentro de Pi de un determinado código, se necesitarían, en general,
un número de dígitos igual o superior a la propia codificación que se
busca. Repetí la búsqueda para la codificación 121212 que se encuentra a
partir de la posición 241 987 (seis dígitos para definir la búsqueda
del código 121212) : 3,14 .......28979301308065657163 121212
07914290705421508889........ En base a esta suposición el Quijote se
encontraría codificado, en los dígitos del número Pi, alrededor del
decimal 4x101000000 (un 4 seguido de un millón de ceros), más o menos.
En cierta forma, podríamos decir que la información
mínima ni se crea ni se destruye, simplemente se transforma. El azar no
debe llevar implícitamente ninguna información que pueda después
utilizarse y esto lo encontramos en infinidad de procesos
naturales, o en los números. Supongo que debe ser así, pues no sería
lógico que pudiésemos codificar El quijote, por dar un código como
ejemplo, con otro código mucho menor, irrazonablemente menor. Si
codificamos y comprimimos ese código, la forma de indicar su posición
dentro de Pi deberá contener una información similar. Al menos eso es lo
lógico, y en base a esa lógica de cero información añadida, o
información neutra, deben estar distribuidos al azar los dígitos de Pi y
de los innumerables números irracionales con infinitos dígitos.
3 comentarios:
Magnifico, como siempre!!!!!!!!!!!!!!
Magnifico. Como siempre!!!!!!!!!
Un abrazo Xema!!!
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