Nota al margen: El presente, bello y simple
Pensando en mis seres queridos que ya no están, pensé en su día a día, en su presente. En el que creyeron en el centro del tiempo: posterior a todo pasado y anterior a todo futuro. Pensaron en su presente como yo pienso en el mío. E imaginé, por un instante, a todos los presentes conectados a la vez en una especie de presente infinito e implicado (1), y los sentí a todos más cerca… Hermoso, poético, pero ¿nada más?…
Puede que el presente tal como lo experimentamos diste mucho de la verdadera realidad. La vida se ha desarrollado, tal como la conocemos, en un espacio y un tiempo que hemos descubierto como un espacio-tiempo muy diferente a cómo lo experimentamos. El espacio y el tiempo absoluto fueron desterrados por la teoría de la relatividad, ésta y la mecánica cuántica nos han abierto la percepción a un nuevo mundo extraño, donde tanto el espacio como el tiempo son entidades emergentes que emanan de una entidad más fundamental (gravedad cuántica).
En la investigación de nuestro universo, en física y en matemáticas, es muy importante la belleza en forma de lo que se llaman simetrías. Una esfera, por ejemplo, tiene simetría respecto a un punto central y por su propia regularidad cada punto de su superficie es igual que cualquier otro. Nuestro universo se está expandiendo como los puntos de una esfera que se hincha: cada punto se ve como el centro de todos los puntos que puede observar a su alrededor, y los ve como se alejan de un centro, aparente, que es él mismo.
El presente, tal como lo experimentamos, tiene mucho parecido con la perspectiva con la que observamos la superficie de una esfera: la miremos como la miremos observamos, en perspectiva, un círculo con su punto central. Cada punto central sería como cada uno de nuestros presentes, lo vemos como un punto singular, pero no es más que un punto más de la esfera. Si la esfera tuviera una serie de puntos singulares dejaría de ser simétrica respectó a su centro y dejaría de ser un cuerpo geométrico tan bello y simple.
Y sin darme cuenta estaba rozando el universo holográfico (conjetura de Maldacena), o el orden implicado de David Bohm.
Nota (1): Orden implicado o plegado, escondido a la percepción.
Un saludo amigos.
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